No podemos hablar de evolución sin nombrar a Lamarck.
Lamarck también se había dado cuenta de que la evolución es un hecho, pero el mecaniasmo que proponía para explicar el cambio era diferente del de Darwin. Según su teoría, también llamada lamarckismo, el cuello tan largo de las jirafas se explicaría por la tendencia de sus antepasados, de cuello más corto, a estirarlo para alcanzar las hojas de los áboles, y de este modo la descendencia heredaría un cuello cada vez más largo.
Esta teoría quedó totalmente descartada tras el experimento de August Weismann en 1892 en el que amputó la cola a más de 20 generaciones seguidas de ratores sin que ello se transmitiera a la descendencia.
Hoy sabemos que solo se pueden heredar aquellos caracteres cuya información esté recogida en el ADN, ya que es el único modo de que se transmitan.
El rechazo que sufrió la teoría de la evolución de Lamarck, marcó el descrédito de su autor en vida y aun mucho después de su muerte, y arrastró consigo injustamente al resto de su obra. No fue hasta principios del siglo XX cuando se revisaron sus ideas y se le comenzó a reconocer como un gran naturalista y pensador avanzado para su época.
El rechazo que sufrió la teoría de la evolución de Lamarck, marcó el descrédito de su autor en vida y aun mucho después de su muerte, y arrastró consigo injustamente al resto de su obra. No fue hasta principios del siglo XX cuando se revisaron sus ideas y se le comenzó a reconocer como un gran naturalista y pensador avanzado para su época.
Lamarck murió solo, ciego y empobrecido a los 85 años en 1829.
2 comentarios:
Una lo que le ocurrió a este señor.
Un saludo.
Lo siento, quería decir que era una pena lo que le ocurrió a este señor. Un gran científico que no tuvo el reconocimiento que se merecía.
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